El objetivo primordial del taller realizado
el pasado 30 de mayo era proporcionar un espacio de tranquilidad donde cada cual
pueda trabajar a su ritmo y sentirse a gusto, un tiempo para pensarse.
Lo
plantee como un viaje, en el que cada cual se bajaría en el momento que
quisiera, se pararía a mirar el paisaje…Un viaje en el que todos llevamos
maleta, con nuestras vivencias, nuestras culpas, nuestras esperanzas. Y nos llevamos a un compañero: Valentín,
alguien que a pesar de ser pequeño, tiene muchas cosas que enseñarnos,
lecciones de valentía y de ganas de descubrir.
Empezamos reflexionando sobre quiénes
somos, porque de todos los
juicios a los que nos sometemos, ninguno es tan importante como el nuestro
propio. El diálogo interno que mantenemos con nosotros mismos se impregna de
este juicio, y podemos ser implacables.
Tenemos herramientas para enfrentarnos a ello, y una muy
poderosa es la imaginación. La capacidad de soñar e inventar, de crear. Sin
límites! De ese modo dejamos fuera todo lo que nos ata, nos hace pequeños o nos
encierra. Los miedos nos impiden a veces incluso imaginar qué queremos. En
estos momentos en los que encontrar un trabajo es esencial, no nos permitimos
ni siquiera soñar despiertos. La pregunta es: ¿por qué nos exigimos tanto? ¿Por
qué no nos dejamos ser? ¿Por qué no nos cuidamos? Porque creemos que
exigiéndonos más que nadie, sacrificándonos al límite estamos siendo buenos.
Castigándonos por no conseguir lo que se espera de nosotros no nos hace mejores.
Durante la sesión, hablamos de estos límites, de estas
exigencias, hablamos de las “estacas” que nos atan y no nos dejan crecer, que
nos hacen ver todo muy difícil e imposible. Gracias a este clima que creamos cada
persona compartió con los demás su experiencia, y los sueños que se quedaron en
el camino.
Finalmente, empezando a cuidarnos y valorarnos, nos hicimos
regalos, uno a nosotros mismos: un lema, un tótem, y otro al resto regalando
palabras y cariño entre tod@s.
Una vez más toca ser valientes, escucharnos, y como decía
Susanna Tamaro:
“"Cuando ante tí se abran muchos caminos y no sepas
cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda.
Respira con la confiada profundidad con qué respiraste el día en que viniste al
mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate
quieta, en silencio, y escucha a tú corazón. Y cuando te hable, levántate y ve
donde él te lleve..."”
Date tiempo, respira, piénsate, escúchate.
Maite Ortega